Hace un tiempo el churri se compró una
esponja para la ducha porque decía que la que tenía ya estaba para el arrastre.
El caso es que yo veía pasar los días y en la bañera seguían cohabitando en paz
y armonía la esponja vieja y la nueva. Como no me gusta que haya cosas dando
vueltas por casa cuando no tienen un propósito claro (ya sabéis que yo soy un
poco histérica en cuanto al orden y que ando rozando peligrosamente el TOC),
decidí consultar al churri el motivo de la convivencia de las esponjas.
Lo malo fue que elegí un mal momento, ya
que me dio por preguntárselo cuando él ya estaba a punto de quedarse dormido,
lo cual siempre deriva en conversaciones que traspasan los límites del
surrealismo y me terminan poniendo de los nervios, como fácilmente podréis
comprobar a continuación. La transcripción no es fiel al cien por cien porque
es casi imposible poder recordar de memoria algo así pero voy a intentar
reproducirla de la forma más fidedigna posible.
—Churri, ¿por qué tenemos en la bañera
tanto tu esponja antigua como la nueva?
—Porque soy un cenutrio.
—Sí, eso ya lo venía sabiendo desde hace
un tiempo, pero sigo sin entender el motivo por el que tenemos dos esponjas
tuyas en la bañera.
—Es que es una historia metafísica muy
complicada de explicar. Escapa al entendimiento de la mente humana.
—Ya me imagino, ya.
—Y eso.
—¿Y eso qué?
—¡Las esponjas!
—Ah, pues creo que fueron unos de los
primeros seres vivos que existieron. Fuera del agua parecen una piedra dura
pero una vez que se mojan son de lo más suavecito. Pero tal vez deberías
preguntarle a tu madre, que como bióloga supongo que sabrá asesorarte mejor.
Aunque, siendo entomóloga, imagino que te podría dar más información sobre
cucarachas o algo así. ¿Para qué quieres saber sobre las cucarachas?
—No quiero saber sobre las cucarachas
—digo haciendo acopio de toda la paciencia que me va quedando—; lo que quiero
es saber por qué no has tirado la esponja vieja. Déjalo. Ya la tiro yo.
—¿Por qué vas a tirar la vieja?
—Pues porque digo yo que si tienes una
nueva es porque no quieres la vieja.
—Quiero las dos.
—Pues eso quiero saber: el motivo.
—Ahhhhhh. Vale. Pues porque la nueva es
más exfoliante que la vieja y a veces no me apetece desollarme vivo de buena
mañana.
Acabáramos. Ya veis todas las vueltas que
tengo que dar para conseguir una simple información. Información que, por otra
parte, no me va a servir de mucho porque al final me toca tener que estar
viendo las dos esponjas cada vez que entro en la bañera pero, al menos, pude poner fin a esa especie de
interrogatorio a un demente. Tengo que empezar a elegir mejor la hora en la que
libro mis batallas porque este tipo de conversaciones me reportan mucho estrés.
Como dice siempre mi madre, al final tanto gregre
para decir Gregorio.
P.S. Me voy de vacaciones, que las ando
necesitando mucho. Creo que tardaré unas tres semanas en reincorporarme a la
vida blogueril. Si tardo cuatro, no penséis que he muerto. Si tardo cinco, pues
lo mismo sí. ¡Feliz verano a todos!